De Madrilonia
” …No hay salida posible a la crisis y a la relación deuda/expolio sino es a partir de un nuevo marco común de relaciones y derechos. Es decir, un proceso constituyente…”
No cabe duda, de que el déficit, y con ello la política de austeridad que se impone para corregir el supuesto despilfarro de las cuentas públicas, ha sido provocado por las medidas de rescate bancario (inyecciones de dinero público a bancos y cajas); los ataques financieros sobre la prima de riesgo (que a su vez elevan los costes de financiación del Estado); el continuo proceso de conversión de deuda privada en deuda pública (véase ahora el caso de Bankia), etc.
Tampoco cabe mucha duda que ha sido la connivencia política lo que ha conducido el crash de la burbuja inmobiliaria, un modelo económico alimentado por los dos partidos mayoritarios. Y que la debilidad de las cuentas públicas tiene también su raíz en la subvención fiscal a las rentas del capital (véase especulativas) y las reducciones arbitrarias de impuestos a las clases altas y empresariales.
Y sin embargo, ninguno de estos males han sido siquiera planteados, ni por los principales partidos, ni tampoco por los grandes medios de comunicación. Seguimos sin una auditoría de la deuda y sin propuestas de liquidación, y mucho menos de control democrático, de las cajas en quiebra; seguimos sin ver a los culpables de la burbuja en el banquillo; seguimos sin plantarnos en Europa exigiendo una transformación fuerte de la arquitectura institucional de la Unión; seguimos sin modelo de crecimiento alternativo y sin una reforma fiscal que permita recaudar más; seguimos recortando servicios públicos, empeorando la vida de los ciudadanos y ahogando la poca actividad económica existente.
Efectivamente, la propuesta de presupuestos del gobierno se centra en recortes del gasto público (sanidad, 22%; educación; 14%; cultura, 20%; desempleo, 6%), en el pago de una deuda ilegítima (1 de cada 4 euros) y en la ausencia de propuestas de nuevos modelos productivos. Y se basan además en predicciones mucho más optimistas que las del resto de instituciones de análisis económico.
Además, la experiencia de los presupuestos presentados por el gobierno de Rajoy el pasado año nos ofrecen algunas pistas sobre lo que podemos esperar de los mismos: su incumplimiento.
Tal y como ya hicieron, lo más previsible es que a lo largo de los próximos meses se añadan nuevas partidas de recortes. Es decir, los presupuestos no son ya un mapa sobre ingresos y gastos, sino que forman parte de una estrategia comunicativa destinada a confirmar la prioridad del pago de la deuda sobre cualquier otra variable pero sin aclarar de qué capacidades sociales básicas se piensa recortar.
Esta falta de transparencia se debe en parte a que, tras la reforma constitucional (de PP y PSOE) que ha impuesto el pago de la deuda como prioridad máxima del Estado y dada la tutela de la Troika sobre la economía del país, las nuevas exigencias impuestas por los acreedores pueden dar una nueva vuelta de tuerca al expolio social. Dicho de otro modo, los presupuestos son ya una buena medida de la pérdida de soberanía y de la capacidad de control presupuestario por parte de los Estados en relación a la Troika. O dicho de nuevo de otro modo, los presupuestos no son el problema, sino el síntoma del problema. Y éste no es otro que la propia estructura de poder de una Unión Europea neoliberal, así como la sumisión del gobierno a las exigencias de salvamento de la banca privada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario