24 de octubre de 2012

En los barrios de Tánger la protesta sigue En Pie!


¿Está Marruecos inmunizado contra la crisis? “¡No tengo miedo de vuestra crisis económica!”, declaraba el pasado 9 de octubre en Estrasburgo, en la apertura del Foro Mundial de la Democracia, el jefe del gobierno marroquí, Abdelilah Benkiran. El primer ministro pedía a los europeos no poner mala cara y comportarse como “socios honorables”: “No podéis venir un día porque os conviene e iros hoy porque suena un poco a crisis (sic)”, añadía.


Tras el optimismo de Abdelilah Benkiran se esconde una realidad social que sigue siendo muy tensa y no se escapa ya a los responsables económicos extranjeros ni a las agencias de calificación. El 11 de octubre, la agencia Standard&Poors modificó de “estable” a “negativa” la perspectiva de la nota de la deuda a largo plazo de Marruecos. Marruecos podría perder su anotación “BBB”: “Si el paro sigue siendo elevado, si el coste de la vida se dispara o si las reformas políticas decepcionan las expectativas de la población, hay un riesgo de disturbios duraderos y a gran escala que podría llevar a una degradación”, precisa Standard&Poors.
Los disturbios sociales que evoca la agencia internacional los conocen actualmente Marruecos varias regiones, y en particular Tánger, la principal ciudad del norte del país, que tiene el mayor puerto de África y la nueva fábrica Renault, recién instalada en territorio marroquí.
A quince minutos en coche del centro de Tánger se encuentra Béni Makada. Este inmenso barrio popular representa un tercio de la superficie de Tánger y cuenta con cerca de 250.000 habitantes. El contraste con el centro de la ciudad, con sus calles limpias y sus tiendas frecuentadas por turistas y paseantes, es evidente. La avenida principal, el boulevard Moulay Ali Chérif, está permanentemente bloqueado por los vendedores ambulantes que venden utensilios de plástico, vestidos baratos y contrabando de todo tipo. En cuanto se deja esta gran arteria, se encuentra uno en medio de calles sin asfaltar, en las que se amontonan casas estrechas de dos pisos, de 30 a 60 metros cuadrados. De una de esas casas, situada en el barrio de Ard Dawla, es de donde han salido las últimas manifestaciones.
El 2 de octubre, una intervención de la policía en el desahucio de una familia de once personas degenera en un enfrentamiento con la población del barrio. Las fuerzas del orden han tenido que recurrir a la fuerza para aplicar una decisión de un tribunal de hace dos años. Los testimonios relatados en la prensa marroquí hablan de escenas de guerrilla urbana. La policía ha hecho uso de gases lacrimógenos y disparado pelotas de goma. Algunos jóvenes han atacado con piedras las comisarías, bloqueando las callejas con neumáticos ardiendo. Una veintena de personas de los dos bandos han sido heridas tras varias horas de enfrentamientos.
La policía ha hecho un uso desproporcionado de la fuerza, prefiriendo el enfrentamiento a un arreglo social del problema. La familia no tenía a dónde ir”, explica Murad Essabari, miembro dela Asociación Marroquí de Derechos Humanos en Tánger (AMDH). Si la población se ha rebelado rápidamente contra esta expulsión, es porque el caso de esta familia refleja la miseria en la que viven hoy numerosos habitantes de Tánger.

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