Es conocido que sin abejas no hay paraíso posible. Hay múltiples razones de su desaparición, siendo la más preocupante la que tiene relación con tóxicos pesticidas utilizados en cultivos transgénicos. Pero también hay otra cara de la misma moneda.
La aplicación de glifosato mata las plantas debido a que suprime su capacidad de generar aminoácidos aromáticos, por lo tanto es un herbicida total, por eso es que ha sido utilizado en la “guerra contra las drogas” pues es capaz de exterminar los cultivos de coca y amapola, entre otras plantas que se utilizan en la fabricación de estupefacientes. A pesar de este uso acotado (que también daña a las abejas) es utilizado por Monsanto.
Hoy por hoy, cada vez son más los apicultores que dicen que este plaguicida es uno de los factores más relevantes en el síndrome de despoblamiento de las colmenas, ya que estarían muriendo más del 50% de sus abejas. El glifosato no hace distinción entre plagas e insectos benéficos y este es el principal problema de su utilización.
El Dr. Keith Delaplane, profesor de la Universidad de Georgia del Programa Miel de Abejas ha explicado que “Las abejas han disminuido desde la década de 1940, por lo que no es un tema nada nuevo, lo que es nuevo que es la tasa de declive. En los últimos tres inviernos, hemos visto una caída en picada que realmente nos llamó la atención. Esta disminución de las abejas va del mal en peor”.
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