François Babeuf, el primero de nosotros
Hace poco se cumplieron 250 años desde el nacimiento de François Babeuf, el primero de nosotros. Este mítico revolucionario francés que participó en algunas de las más memorables jornadas de la revolución francesa fue el primer comunista de la era moderna. Nadie se acordó, ni se recordó su figura, no se celebró, paso inadvertido. Mitos y falsificaciones oscurecen su legado y enorme significado histórico.
Su obstinación por la igualdad, el alcance universal de su pensamiento y de la acción revolucionaria de François Babeuf, impiden que su legado sea apropiado por nadie. El espíritu de Babeuf no está en los salones y ni en las estatuas. Está en donde se lucha contra la explotación. Es el primero de nosotros, por su sencillez, por su dedicación incondicional a la emancipación de ser humano.
Babeuf fue muy temprano inspirado por los textos de Rousseau y desarrolló una teoría en favor de la igualdad y colectivización de las tierras. Se instala en París donde ejerce periodista y agitador durante la revolución francesa de 1789. Por su actividad es encarcelado en numerosas ocasiones.
Desde su periódico Le Tribun du Peuple, donde firmaba con el seudónimo de Graco Babeuf como tributo a la república romana más radical que tanto admiró, se opone a los impuestos indirectos y al sufragio censitario. Es amigo de Jean Paul Marat (otro gran revolucionario), corta radicalmente con el catolicismo. Está obligado huir y pasar a la clandestinidad ante la represión cada vez más fuerte.
Babeuf desarrolla su labor política y revolucionaria en el Club del Panteón, que fue cerrado por el jefe del ejército interior, Napoleón Bonaparte. Sin medios legales, creó un comité de insurrección secreto y lanzó una campaña de propaganda a base de carteles y canciones destinadas a agitar el descontento de las clases populares por la situación económica. No obstante, la campaña no caló mucho entre las masas populares, pues sus miembros más activos (los sans-culottes) seguían apegados a la defensa de la pequeña propiedad y eran poco propensos a ideales comunistas.
Es detenido y tras salir de la prisión encabezó, junto con Darthé, Maréchal, Buonarrotti y otros, el movimiento de “La Conspiración de los Iguales”, que propugna la democracia radical y la abolición de la propiedad privada, pues veía en ella la verdadera fuente de toda injusticia y desigualdad social.
La Conspiración de los Iguales pretendía derrocar al Directorio y poner en vigor la Constitución de 1793 (texto democrático que nunca había sido aplicado). Pero una delación hizo que les detuvieran a todos. Graco Babeuf, que nació en 1760, fue decapitado en la guillotina por conspirador en 1797.
Decía Babeuf: “La naturaleza nos ha dotado de un derecho igual para el disfrute de todos los bienes, el fin de la sociedad es defender esa igualdad atacada frecuentemente por el fuerte y el malo, y así aumentar de forma colectiva los disfrutes comunes”. En este breve pensamiento de François Babeuf se constata su sentido socialista, su deseo de terminar con la injusticia y la desigualdad que acarrea la propiedad privada, y sustituirla por un sistema más equitativo, igualitario y comunitarista.
Es considerado como el precursor de Marx y Engels. Como defensor de la abolición de la propiedad privada y del derecho de herencia, así como de la colectivización de la tierra, se le señala como uno de los primeros teóricos del comunismo y del pensamiento libertario. Según Rosa Luxemburg, que admiraba a Babeuf, es el “primer precursor de los sublevamientos revolucionarios del proletariado”.
Yendo finalmente a morir, pronunció una vez más sus palabras mas conocidas: ¡Pueblo! ¡despiértate en la esperanza! Valían para ayer y valen para hoy mismo. Además de héroe, y muy a su pesar, Babeuf fue profeta. Y será para siempre, el comunista por excelencia, el primero de los nuestros.
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