20 de mayo de 2012

Cuba el 20 de mayo de 1902: Nace una neocolonia



La realidad es que en esa fecha del año 1902, como demuestran hechos tan objetivos como aplastantes, la isla exhibió por primera vez su condición de neocolonia de Washington.La realidad es que en esa fecha del año 1902, como demuestran hechos tan objetivos como aplastantes, la isla exhibió por primera vez su condición de neocolonia de Washington.

Cada año el Gobierno de los  Estados Unidos de América conmemora el 20 de mayo como el día de la independencia de Cuba.
Un periódico de los anexionistas de origen cubano de Miami, Diario Las Américas, afirmó que este domingo ellos celebraron el 110 aniversario de “la libertad republicana” en esa nación.
La realidad es que en esa fecha del año 1902, como demuestran hechos tan objetivos como aplastantes, la isla exhibió por primera vez su condición de neocolonia de Washington.
Entonces hacía cuatro años que fuerzas armadas de Estados Unidos impidieron el ya seguro triunfo del Ejército Libertador cubano sobre los colonialistas españoles.
Durante el siglo XIX las autoridades norteamericanas trataron en varias ocasiones de apoderarse de Cuba, incluso por medio de la compra, y llegaron tan lejos que no reconocieron la existencia de quienes luchaban por la independencia de esta.
A fines de 1897 la situación de España en esta nación se tornó insostenible y al mismo tiempo el movimiento insurreccional de los patriotas comenzó a perfilarse como una opción real de poder.
No obstante haberse concentrado allí los mayores efectivos militares y el ejército más numeroso de todas las guerras de América, los colonialistas estaban vencidos.
Lo había vaticinado el secretario de Asuntos Extranjeros del gobierno de Estados Unidos, Richard Olney, cuando el 4 de abril de 1896 al abordar el tema cubano, escribió al representante de Madrid en Washington, Dupuy de Lomé:
Los insurrectos parecen dominar hoy una parte mayor de la Isla que en ocasiones anteriores (…) La insurrección presente ha de ser más corta en duración que la pasada, porque ha de llegar el fin, antes o después, por la imposibilidad de España de continuar la lucha.
Así lo reconoció también ante la historia el jefe de la escuadra española asentada en el país, almirante Pascual Cervera, en una carta que escribió el 26 de febrero de 1898 al capitán de navío Víctor M. Concas y Palau:
Me pregunto si me es lícito callar y hacerme solidario de aventuras que causarían, si ocurren, la total ruina de España, y todo por defender una isla que fue nuestra, porque aún cuando no la perdiésemos de derecho con la guerra, la tenemos perdida de hecho, y con ella toda nuestra riqueza y una enorme cifra de hombres jóvenes víctimas del clima y de las balas…
Por su parte, Concas Palau escribiría: “Aunque los escritores americanos pretendan negarlo, la insurrección de Cuba había terminado, y la Isla no era ya nuestra”.
El 18 de abril de 1898, el Congreso de Estados Unidos expresó alarma por la situación imperante en ese territorio vecino “durante los últimos tres años”, brindó autoridad a su Presidente para “usar en su totalidad las fuerzas militares y navales” en aras de resolver esto y exigió a Madrid salir de allí.
Como pretextos esgrimió “el sentido moral del pueblo de Estados Unidos” y que este aborrecible estado de cosas hubiese “afrentado la civilización cristiana”, por lo que, en armonía con lo dicho por el Presidente, ello no puede ser tolerado por más tiempo”.
El 22 de abril de 1898 la escuadra norteamericana marchó rumbo a Cuba, donde se vivía un drama que Washington había manejado siempre con frivolidad, e incluso con parcialidad, al asumir una actitud hostil hacia muchos luchadores por la independencia.
Luego de que esas tropas ocuparon el país, los interventores lo dividieron en departamentos militares encabezados por generales de su ejército, y de esa manera establecieron un férreo control sobre la vida nacional.
En ese contexto, desplegado entre 1898 y 1902, disolvieron el partido organizado por el Héroe Nacional José Martí para hacer la Revolución y asestaron un golpe similar al Ejército Libertador.
Junto a eso Washington presentó un claro chantaje ante los cubanos: o aceptaban colgar una enmienda a su Constitución, denominada enmienda Platt, o no habría retirada de las tropas ocupantes.
La referida enmienda otorgaba a Estados Unidos la facultad de intervenir en los asuntos domésticos de la Isla para “la preservación de la independencia y el sostenimiento de un gobierno adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual”…”
La implantación de un gobierno con rostro cubano que pensaba en ingles fue instaurada como pieza indispensable para completar el rompecabezas del que iría surgiendo el modelo neocolonial concebido en Washington para esta nación.
A continuación la Isla quedaría a disposición de poderosos intereses económicos estadounidenses, y su vida política nacional y exterior sería administrada en lo fundamental desde la Embajada de Estados Unidos en la capital cubana.
La ceremonia del 20 de mayo de 1902, en La Habana, abrió las puertas a todo eso, cuando a juicio de la Casa Blanca y de sus afines, nació la república independiente de Cuba, made in USA.

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