29 de mayo de 2012

Bankia: solo un aviso


La complejidad del asunto de Bankia, las polémicas que abre y las consecuencias que tendrá deben relativizarse,  no porque sea poco importante, sino porque Bankia es la punta del iceberg de un sistema bancario en quiebra técnica, en ruina,  que afecta, según se dice,  a todas las entidades crediticias, salvo a los dos grandes bancos Santander y BBVA, se dice también, por la escasa relevancia que tienen su actividad en el territorio  español. Todo es muy enigmático y de una opacidad casi impenetrable, que se deriva de la propia naturaleza del negocio bancario: puesta en cuestión la solvencia de una entidad su hundimiento es casi irremediable, cosa que ha podido suceder con Bankia por la gestión oscura y titubeante de la crisis.
29_bankiaEl país está sometido a devastadores y crueles ajustes y recortes, y de pronto un solo banco reclama casi el 2% del PIB para corregir desajustes es su balance. ©JJ Delapeña
Quizás el Banco de España, a los pies de los caballos y desprestigiada su dirección, con razón,  sea la única institución que conozca el verdadero alcance de la crisis, la podredumbre que anida en los balances, los agujeros existentes, los riesgos de nuevos casos y las necesidades reales de refinanciación del sistema.
Pero todo hace temer que no nos enteraremos y que el gobierno, como en casi todo,  tratará de sortear día a día los problemas que surgen, hasta que, claro, por acumulación,  estalle la crisis de la crisis. La solvencia de casi todas las entidades está por los suelos, con unos activos relacionados con el ladrillo sobrevalorados y de nula rentabilidad, la liquidez llega escasa y cara por las sospechas de esa solvencia y los desajustes temporales entre los compromisos de amortización de los  pasivos y las inversiones a más largo plazo de los activos  estrangulan la actividad.  El mal de fondo es muy profundo.
En el caso de Bankia se ha mentido hasta la obscenidad, proclamando beneficios que eran cuantiosas pérdidas. Se emitieron acciones sobrevaloradas que han atrapado a muchos pequeños accionistas, y se han puesto en peligro los depósitos de cientos de miles de clientes. Todo ello sin que el gobierno, los gobiernos si se quiere por implicar en justicia también al PSOE, emitiese una duda sobre la situación real del banco y su viabilidad. Muchas responsabilidades políticas hay implicadas en el caso, mucha incompetencia técnica y muchos abusos que rayan la corrupción generalizada en que está sumido el país.
En el caso de Bankia se ha mentido hasta la obscenidad, proclamando beneficios que eran cuantiosas pérdidas
De repente, hay que comprometer 20.000 millones de euros para salvar a Bankia. El país está sometido a devastadores y crueles ajustes y recortes, y de pronto un solo banco reclama casi el 2% del PIB para corregir desajustes es su balance. Un escándalo de unas dimensiones pavorosas que, sin embargo, el gobierno (y una parte de la ciudadanía) trata con naturalidad perversa: los recortes, a veces cuantitativamente insignificantes, son inevitables, mientras, en cambio,  no se ponen  en cuestión las ayudas necesarias para salvar al sistema bancario, por cuantiosas que sean.
Todas las entidades bancarias bajo sospecha
Pero no hay que olvidar la crisis. La entregada disposición del gobierno choca con las enormes dificultades existentes para obtener liquidez en los mercados internacionales, porque el mercado interior está seco. Los problemas surgen de inmediato: no es fácil obtener e inyectar a Bankia 20.000 millones de euros, ni está claro como hacerlo, cuando todas las entidades del país están bajo sospecha y la deuda pública sufre el acoso de los mercados como lo pone de manifiesto la creciente prima de riesgo.
El asunto de Bankia no es más que un incidente grave, muy grave si se quiere, en la situación catastrófica financiera y económica que vive el  país. Otras muchas entidades reclamarán con toda razón un trato similar. Ya se habla de que hay peticiones por otros 30.000 millones de euros. Los balances de los bancos tenderán a degradarse a medida que se agrava la crisis económica y la morosidad crece por la marginación de cada vez más familias y empresas. El Estado tendrá crecientes dificultades para cumplir su objetivo de salvar a la banca y todo el tinglado, no encuentro palabra más expresiva,  se tambaleará con riesgo evidente de hundirse. No podremos nunca decir que nos sorprendió.
Dos alternativas se columbran: el mal llamado rescate europeo, Grecia como modelo, con las instituciones internacionales haciendo leña del árbol caído, o sacar la bandera blanca y rendirse, declarando que la deuda exterior es impagable. Pronto se sabrá.

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