Los italianos, alemanes y británicos expresaron en las elecciones municipales y regionales su descontento con los partidos tradicionales
En la segunda vuelta de las elecciones municipales en Italia, el 20 de mayo, se desplomó el partido de Berlusconi (PDL) y su ex socio de la Liga del Norte, Umberto Bossi, mientras el centroizquierda avanzó moderadamente. Entre los 177 municipios de todo el país que fueron a elecciones, el centroizquierda y la izquierda transformadora ganó en 92 de ellos, mientras hasta ahora gobernaba sólo 45. De 26 municipios capitales de regiones que renovaron sus alcaldías, 17 eran de derecha y 9 del centroizquierda; ahora la relación se invirtió y el centroizquierda logró 13 y la izquierda transformadora 1 alcaldía.
La alta abstención y la irrupción del humorista Beppe Grillo, convertido en portavoz mediático del Movimiento Cinco Estrellas, han provocando la debacle de la derecha de Silvio Berlusconi. Pero el golpe más duro lo sufrió el movimiento xenófobo Liga Norte, aliado clave de Berlusconi, que se derrumba acosado por escándalos de corrupción fraude, financiación ilegal y conexiones con la mafia.
Los partidos que gobernaban el país hasta noviembre del año pasado, cuando fue designado el tecnócrata Mario Monti como jefe del Ejecutivo tras la dimisión de Berlusconi, fueron barridos en las urnas por un pueblo italiano cada vez más agobiado por la grave crisis económica.
El Partido Democrático (PD), centroizquierda, se conforma con haber superado en votos y alcaldías a la derecha, si bien la mayoría de sus candidatos no provienen de sus propias filas sino que son ajenos al mundo de la política. La izquierda transformadora representada por el Partido de la Refundación Comunista de Paolo Ferrero; Izquierda, Ecología y Libertad de Nichi Vendola, presidente de la región de Apulia (Puglia); y Los Verdes, tampoco han conseguido un fuerte avance a pesar del desplome de la derecha, aunque si éxitos en algunas ciudades y un considerable ascenso general.
En dos grandes ciudades, Parma y Palermo, gobernadas hasta ahora por el centroderecha, los candidatos del centroizquierda y de la izquierda transformadora fueron los más votados en la primera vuelta. Pero en la segunda vuelta en Parma se impuso por sorpresa el candidato del Movimiento Cinco Estrellas de Grillo, Federico Pizzarotti, que logró 60,2% de los votos, y los grillistas ganaron además otros dos municipios menores, Mara y Commacchio, también ubicados en el norte.
Palermo, la capital de Sicilia y la ciudad más grande de las convocadas a las urnas, tendrá como alcalde a Leoluca Orlando, un activista antimafia, un outsider apoyado por el Partido de la Refundación Comunista; Izquierda, Ecología y Libertad; y Los Verdes, que logró el 70,1%. En Génova, otra de las ciudades importantes en que se elegía nuevo alcalde, el candidato del centroizquierda, Marco Doria, ganó los comicios con el 60,8%. En la misma dirección se pronunció L Aquila, en que Massino Cialente del PD alcanzó 59,2%.
Derrotas de Angela Merkel y David Cameron
Lo característico de las elecciones regionales del 13 de mayo en Renania del Norte-Westfalia es que sellaron una derrota contundente de la CDU de Angela Merkel, que lleva la voz cantante de la política de austeridad y ajuste fiscal en Europa. La CDU perdió 8 puntos en relación a la elección de 2010, alcanzando el 26,3% de los votos, superada claramente por la oposición socialdemócrata del SPD, que condena la política de austeridad y mantuvo el control del estado con 39% de votos. Ganó 4,5 puntos respecto a 2010 y gobierna en alianza con Los Verdes, que lograron 11,5%. La CDU obtuvo el resultado más bajo de la historia en esa región industrial, la más poblada del país y con grandes ciudades como Köln (Colonia) y Dusseldorf.
La Izquierda (Die Linke) va perdiendo apoyos en el Oeste alemán, donde se nutrió durante años de los votos socialdemócratas desencantados y aglutinó el voto crítico, mermado por la retirada de sus dos líderes más carismáticos, Gregor Gysi, que pasó a la retaguardia tras varios infartos, y Oskar Lafontaine, que lo hizo tras sufrir un cáncer.
Die Linke experimentó una sacudida en los comicios regionales de Berlín, donde bajó del 13,4% al 11,7%, una derrota sin paliativos por ser la mitad este de la capital uno de los feudos tradicionales del voto postcomunista. Tan sólo salvó posiciones en el Sarre, estado del que Oskar Lafontaine fue jefe de Gobierno entre 1985 y 1988, donde cayó del 21,3% al 16,1%. Pero quedó fuera del parlamento en dos "Lander" este mes de mayo, Schleswig-Holstein, donde del 6,0% bajó al 2,2%, y Renania del Norte-Westfalia, donde descendió del 5,6% al 2,6%.
El Partido Pirata suma parlamentarios y gana terreno en Alemania. Los Piratas entraron en cuatro cámaras regionales en los últimos nueve meses, ingresaron en el Parlamento de Berlín a finales de 2011 (8,9%). En marzo entraron en el de Sarre (7,4%). Hace unas semanas en Schleswig-Holstein (8,2%). Y ahora en Renania del Norte-Westfalia (7,8%), una de las regiones más industrializadas, la más poblada y probablemente la más heterogénea de Alemania.
"Los Piratas tienen el encanto de lo nuevo y una enorme indefinición programática, lo que les ayuda a arrebatar electorado a todos los partidos. Nosotros somos los primeros perjudicados, por ser los más debilitados", apunta Sahra Wagenknecht, una de las líderes emergentes de Die Linke.
Por otro lado, el Partido Conservador, en el gobierno británico, sufrió pérdidas sensibles en las elecciones municipales del 3 de mayo. Los laboristas ganaron en importantes ciudades como Liverpool, Birmingham (la segunda ciudad) y Cardiff, en tanto los conservadores de David Cameron perdieron más de 360 concejales en los municipios y sus socios, los liberaldemócratas de Nick Clegg, casi 200. También han experimentado un notable ascenso fuerzas políticas populistas y euroescépticas de orientación derechista. En este país se han desarrollado vigorosas manifestaciones de funcionarios estatales en protesta contra una reforma del régimen de pensiones que los obliga a trabajar más años y cobrar menos al acceder a la pasividad, reforma considerada prioritaria por el gobierno conservador.
Las elecciones municipales y regionales efectuadas en Italia, Alemania y Gran Bretaña, tienen un denominador común: marcan un rechazo firme y masivo de los pueblos a los planes de austeridad, de recortes y ajuste fiscal que pretende imponer la troika del Banco Central Europeo, la Comunidad Europea y el FMI. Los pronunciamientos han sido categóricos.
Por último, también los resultados de los comicios premian a la "antipolítica" y deben ser interpretados como una petición para que el sistema político cambié radicalmente y una llamada a los partidos tradicionales a que reflexionen sobre la política y sobre la relación entre las fuerzas políticas y la ciudadanía.
Cada año el Gobierno de los Estados Unidos de América conmemora el 20 de mayo como el día de la independencia de Cuba.
Un periódico de los anexionistas de origen cubano de Miami, Diario Las Américas, afirmó que este domingo ellos celebraron el 110 aniversario de “la libertad republicana” en esa nación.
La realidad es que en esa fecha del año 1902, como demuestran hechos tan objetivos como aplastantes, la isla exhibió por primera vez su condición de neocolonia de Washington.
Entonces hacía cuatro años que fuerzas armadas de Estados Unidos impidieron el ya seguro triunfo del Ejército Libertador cubano sobre los colonialistas españoles.
Durante el siglo XIX las autoridades norteamericanas trataron en varias ocasiones de apoderarse de Cuba, incluso por medio de la compra, y llegaron tan lejos que no reconocieron la existencia de quienes luchaban por la independencia de esta.
A fines de 1897 la situación de España en esta nación se tornó insostenible y al mismo tiempo el movimiento insurreccional de los patriotas comenzó a perfilarse como una opción real de poder.
No obstante haberse concentrado allí los mayores efectivos militares y el ejército más numeroso de todas las guerras de América, los colonialistas estaban vencidos.
Lo había vaticinado el secretario de Asuntos Extranjeros del gobierno de Estados Unidos, Richard Olney, cuando el 4 de abril de 1896 al abordar el tema cubano, escribió al representante de Madrid en Washington, Dupuy de Lomé:
Los insurrectos parecen dominar hoy una parte mayor de la Isla que en ocasiones anteriores (…) La insurrección presente ha de ser más corta en duración que la pasada, porque ha de llegar el fin, antes o después, por la imposibilidad de España de continuar la lucha.
Así lo reconoció también ante la historia el jefe de la escuadra española asentada en el país, almirante Pascual Cervera, en una carta que escribió el 26 de febrero de 1898 al capitán de navío Víctor M. Concas y Palau:
Me pregunto si me es lícito callar y hacerme solidario de aventuras que causarían, si ocurren, la total ruina de España, y todo por defender una isla que fue nuestra, porque aún cuando no la perdiésemos de derecho con la guerra, la tenemos perdida de hecho, y con ella toda nuestra riqueza y una enorme cifra de hombres jóvenes víctimas del clima y de las balas…
Por su parte, Concas Palau escribiría: “Aunque los escritores americanos pretendan negarlo, la insurrección de Cuba había terminado, y la Isla no era ya nuestra”.
El 18 de abril de 1898, el Congreso de Estados Unidos expresó alarma por la situación imperante en ese territorio vecino “durante los últimos tres años”, brindó autoridad a su Presidente para “usar en su totalidad las fuerzas militares y navales” en aras de resolver esto y exigió a Madrid salir de allí.
Como pretextos esgrimió “el sentido moral del pueblo de Estados Unidos” y que este aborrecible estado de cosas hubiese “afrentado la civilización cristiana”, por lo que, en armonía con lo dicho por el Presidente, ello no puede ser tolerado por más tiempo”.
El 22 de abril de 1898 la escuadra norteamericana marchó rumbo a Cuba, donde se vivía un drama que Washington había manejado siempre con frivolidad, e incluso con parcialidad, al asumir una actitud hostil hacia muchos luchadores por la independencia.
Luego de que esas tropas ocuparon el país, los interventores lo dividieron en departamentos militares encabezados por generales de su ejército, y de esa manera establecieron un férreo control sobre la vida nacional.
En ese contexto, desplegado entre 1898 y 1902, disolvieron el partido organizado por el Héroe Nacional José Martí para hacer la Revolución y asestaron un golpe similar al Ejército Libertador.
Junto a eso Washington presentó un claro chantaje ante los cubanos: o aceptaban colgar una enmienda a su Constitución, denominada enmienda Platt, o no habría retirada de las tropas ocupantes.
La referida enmienda otorgaba a Estados Unidos la facultad de intervenir en los asuntos domésticos de la Isla para “la preservación de la independencia y el sostenimiento de un gobierno adecuado a la protección de la vida, la propiedad y la libertad individual”…”
La implantación de un gobierno con rostro cubano que pensaba en ingles fue instaurada como pieza indispensable para completar el rompecabezas del que iría surgiendo el modelo neocolonial concebido en Washington para esta nación.
A continuación la Isla quedaría a disposición de poderosos intereses económicos estadounidenses, y su vida política nacional y exterior sería administrada en lo fundamental desde la Embajada de Estados Unidos en la capital cubana.
La ceremonia del 20 de mayo de 1902, en La Habana, abrió las puertas a todo eso, cuando a juicio de la Casa Blanca y de sus afines, nació la república independiente de Cuba, made in USA.