Hoy hace 35 años que un grupo de extrema derecha acribilló a balazos por la noche a cinco trabajadores del despacho laboralista de la calle de Atocha, 55. Los hechos ocurrieron el 24 de enero de 1977, cuando nueve personas fueron ametralladas por un grupo de extrema derecha en un despacho de abogados laboralistas de CCOO y de PCE cuando este todavía era ilegal. Tras los disparos, cinco personas murieron y cuatro resultaron heridas.
Fallecieron los abogados, Javier Sauquillo, Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huertas, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia.
Al día siguiente Madrid amaneció consternado y la rabia de los ciudadanos se desató. Eran tiempos convulsos aquéllos de la Transición. Los Guerrilleros de Cristo Rey aterrorizaban los bares, irrumpiendo pistola en mano y obligando a todo Cristo a cantar el Cara al sol con el brazo en alto a la manera fascista.
El entierro de los abogados fue la más potente concentración de demócratas que se había conocido en Madrid por aquel entonces: más de 100.000 personas se congregaron, apenadas y pacíficas, en la Audiencia Nacional y en el cementerio de la Almudena.
Alejandro Ruiz-Huerta, Miguel Sarabia, Lola González y Luis Ramos pudieron contar una masacre que para muchos supuso un punto de inflexión en un renqueante proceso democrático y elemento clave para la legalización del PCE. Los autores materiales de los hechos formaban parte de la Alianza Apostólica Anticomunista (Triple A).
Juan Antonio Bardem dirigió en 1979 la película "Siete días de enero" basada en la Matanza de Atocha. Durante su estreno, se encontró con problemas y amenazas de grupos de extrema derecha autodenominados como Cristo Rey. La película funciona a modo de documental, relatando los días de enero anteriores y posteriores al atentado en Atocha, y que se trata de un detallado e inquietante recorrido por aquella convulsa época y por los acontecimientos que rodearon a la matanza.
A la hora de recordar aquellos tiempos, es obligado nombrar a los miles y miles de ciudadanos que lucharon por las libertades y por la democracia. Le gusta recordar a Alejandro Ruiz-Huerta, sobreviviente del terrible asesinato y presidente de la Fundación, al poeta Paul Eluard, “Si el eco de su voz se debilita, pereceremos”, que pronunció haciendo referencia a las víctimas del holocausto.
Vivimos tiempos de transición, de tránsito, entre un mundo, que desaparece y otro en el que, en nombre de la libertad, el poder y los poderosos, pretenden acabar con las libertades y los derechos. Y es en este momento cuando defender la vida de las personas, es más necesario que nunca.
La luz de las luciérnagas, la memoria de los de Atocha, es uno de los pocos faros, un asidero seguro, al que aferrarse frente a la terrible oscuridad que nos rodea. Hoy, más que nunca, es necesario recordar y reivindicar a los Abogados de Atocha.
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