24 de marzo de 2012

El asesinato de monseñor Oscar Romero

Hoy es un dia muy especial para aquellos que luchamos por la justicia social porque hoy se cumplen 32 años de muerte de quien lucho por la injusticias, el jesuita monseñor Oscar Romero. Un dia como hoy, hace 32 años, fue asesinado el arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuando celebraba misa en la catedral, por los escuadrones de la muerte financiados por la CIA y la derecha salvadoreña. La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) declaró, por consenso de sus miembros, que el 24 de marzo, día que se conmemora la muerte de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, sea reconocido como el Día Internacional por el Derecho a la Verdad, en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.

Oscar Romero inició su carrera como párroco de gran actividad pastoral de base. En 1970 fue nombrado obispo auxiliar de El Salvador, y en 1974 obispo de Santiago de María. En esta sede comenzó a aproximarse a la difícil situación política de su país, donde desde hacía décadas gobernaba el Ejército. Se implicó de lleno en la cuestión una vez nombrado arzobispo de El Salvador en 1977. Sus reiteradas denuncias de la violencia militar y revolucionaria, que llegaba hasta el asesinato de sacerdotes, le dieron un importante prestigio internacional. Ello no impidió que, al día siguiente de pronunciar una homilía en que pedía a los soldados no matar, fuese asesinado a tiros en el altar de su catedral.

Estudió primero con los claretianos, y luego ingresó muy joven en el Seminario Menor de San Miguel, capital del departamento homónimo. De allí pasó en 1937 al Colegio Pío Latino Americano de Roma, donde se formó con los jesuitas. En Roma, aunque no llegó a licenciarse en Teología, se ordenó sacerdote en 1942.

El año siguiente, una vez vuelto a El Salvador, fue nombrado párroco del pequeño lugar de Anamorós (departamento de La Unión), y luego párroco de la iglesia de Santo Domingo y encargado de la iglesia de San Francisco (diócesis de San Miguel). En 1967 fue nombrado Secretario de la Conferencia Episcopal de El Salvador (CEDES), estableciendo su despacho en el Seminario de San José de la Montaña que, dirigido por jesuitas, era sede de la CEDES. Tres años después fue ordenado obispo auxiliar de El Salvador.

De gran dedicación pastoral, promovió asociaciones y movimientos espirituales, predicaba todos los domingos en la catedral, y visitaba a los campesinos más pobres. Bien visto por ello entre los sacerdotes de su diócesis, se le reprochó cierta falta de organización y de individualismo. En 1975, el asesinato de varios campesinos (que regresaban de un acto religioso) por la Guardia Nacional le hizo atender por primera vez a la grave situación política del país.

Así, cuando el 8 de febrero de 1977 fue designado arzobispo de El Salvador, las sucesivas expulsiones y muertes de sacerdotes y laicos (especialmente la del sacerdote Rutilio Grande) lo convencieron de la inicuidad del gobierno militar del coronel Arturo Armando Molina. Monseñor Romero pidió al Presidente una investigación, excomulgó a los culpables, celebró una misa única el 20 de marzo (asistieron cien mil personas) y decidió no acudir a ninguna reunión con el Gobierno hasta que no se aclarase el asesinato (así lo hizo en la toma de posesión del presidente Carlos Humberto Romero del 2 de julio). Asimismo, promovió la creación del Comité Permanente para velar por la situación de los Derechos Humanos.



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