Jcromero
Demasiadas palabras
De la imputación de la hija menor del rey lo que más me interesa es que se devuelva el dinero publico malversado, que conozcamos los posibles tejemanejes de la Fiscalía o de la Hacienda de Montoro y que se juzgue, judicial y democráticamente, la pleitesía cateta y supuestamente delictiva de los Matas, Camps y similares.
No ha comenzado bien el año para la Casa Real, a la poca luz sobre el atril, algo consustancial a la historia familiar de los Borbón, se une la imputación de la infanta por blanqueo de capitales y delito fiscal.
Sinceramente, más que la imputación y esa abdicación que asoma cada vez que el viejo monarca exhibe sus años sinPhotoshop revistero, lo que me interesa es la abolición de la monarquía. Es cierto que el último intento fracasó por el golpe militar perpetrado por aquel general ante quien el actual monarca hincó la rodilla para recibir su bendición.
Con los precedentes históricos en la memoria, la Tercera debe llegar por convencimiento social y democrático. Mal asunto si llegara por las tropelías, chanchullos y mangoneos de la familia real. Mal asunto, cuando solo es un juez el encargado de defender la dignidad de todo un pueblo. Nuestra dignidad como colectivo, igual que la libertad y la misma democracia, necesita de la justicia pero, sobre todo, precisa que conciencia social y justicia vayan juntas transitando los mismos caminos.
Con la imputación se abre un período espectacular pero que puede no pasar de ser un episodio mediático más. La sentencia judicial dirá su parte; la sentencia social, también. Muchos medios nos ofrecerán el medieval linchamiento público pero con cámaras de televisión y las redes sociales echando humo; otros, un baboseo bobalicón. En todo caso, desengáñate: el camino hacia la Tercera no puede ser otro que la palabra, el razonamiento y la persuasión.
Quienes tienen en el objetivo a Juan Carlos I se equivocan; la meta es la monarquía como institución y no un monarca con poca luz y caducado. La imputación es un episodio que debiera resolverse en los tribunales sin presiones políticas, ni apaños ministeriales. La abdicación, el aliento de los monárquicos. Aquí no hay otra meta que la abolición.
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