La batalla decisiva por la hegemonía del poder mundial
Por David Arrabalí
La situación política mundial cambió radicalmente tras el fin de la era bipolar marcada por el enfrentamiento entre la Unión Soviética y Estados Unidos por el «triunfo» de este último en la guerra fría, estos hechos significaron cambios importantes en la correlación de fuerzas de las potencias hegemónicas que desencadenaron una mayor complejidad del escenario internacional y con gran furia se desató una importante ofensiva neoliberal.
En este nuevo orden capitalista, el poder mundial es más difuso y repartido entre estados imperialistas y grandes corporaciones privadas, que colaboran a la vez que compiten para definir las reglas del juego de la globalización. Todos ellos tienen un interés estratégico común en tanto transcurre una lucha de clases mundial, pero al mismo tiempo son rivales de todos los otros en la lucha por la conquista de los mercados y por la hegemonía mundial.
Tras el «triunfo» del nuevo orden capitalista, los Estados Unidos estaban preparados para ostentar el carácter de centro hegemónico mundial, sin embargo, los cambios económicos reflejaron la declinación del poder relativo norteamericano en la economía mundial por lo que la potencia imperialista continuó su política expansionista basada en el poderío militar que culminó más recientemente bajo la formulación de la «guerra global contra el terrorismo», una guerra por la hegemonía económica en el equilibrio del poder mundial y por la permanencia de los intereses nacionales estadounidenses.
La estrategia estadounidense para manejar la pérdida de hegemonía, se ha centrado en asegurar el control de regiones geoestratégicas para la expansión territorial de sus mercados y el acceso a los recursos naturales ante la incertidumbre del futuro, creando un ambiente internacional favorable para responder a la amenaza de crisis y reforzar su dominación hegemónica y su capacidad de influencia sobre las decisiones de los otros actores capitalistas.
Las guerras que se están llevando a cabo bajo el enfoque de la «guerra global contra el terrorismo» han permitido a la administración estadounidense tomar ventaja como potencia hegemónica en el poder mundial para hacer frente a su retroceso, son guerras para rediseñar el mapa del mundo, como las de Afganistán e Iraq, otorgando a los pueblos distintos grados de soberanía, dependencia o dominación.
El escenario principal de la guerra, donde se libra una batalla decisiva por la hegemonía del poder mundial, es el Asia Central, a las puertas de Rusia y China. Donde Estados Unidos interviene invadiendo países o a través de instrumentos políticos y militares, manejando «el guante de terciopelo que oculta el puño de hierro», estableciendo alianzas para dividir, rodear y contener a todas las potencias regionales competidoras dentro de la estructura del poder mundial.
Estas potencias regionales, principalmente Rusia y China, junto con India, Irán y Corea del Norte, tienen un papel protagonista en su región. Tienen armas nucleares y rivalizarán entre sí, especialmente si comparten fronteras. Pero también dichas potencias manifiestan claramente una resistencia a la lucha por la hegemonía por parte de los Estados Unidos. Si no una alianza, existe, pues, una resistencia geoestratégica frente a la amplia definición que la administración norteamericana hace de su papel en el mundo.
De esta forma Asia Central parece recuperar un rol central en el sistema del equilibrio mundial, si este área cayera en manos de los Estados Unidos, el mundo podría tomar otro rumbo. La teoría (Teoría del Heartland) establece que quien controle esa zona tendría una mayor ventaja frente a las demás potencias, por su situación estratégica en el paso natural entre el extremo oriente hacia el occidente de Europa y por la explotación de los recursos del área. Según esta teoría, la nación que lograra conquistarla se transformaría en la gran superpotencia mundial.
La hoja de ruta militar estadounidense parece estar dirigida a obtener una entrada en Asia Central a través del Próximo Oriente. Este escenario geopolítico se corresponde con áreas en conflicto de Afganistán y Pakistán, que lejos de estabilizarse se complican cada vez más. Si en Afganistán la cadena de conflictos y el repunte de fuerza de «los señores de la guerra» señalaban un empeoramiento de la situación y el agravamiento de la guerra, ahora la progresiva desestabilización de Pakistán ha colocado la zona en el centro de la estrategia político-militar de los Estados Unidos.
Por último, es importante señalar que para alcanzar sus objetivos imperialistas, los Estados Unidos, además de intervenir en el Asia Central, debe controlar las zonas de contacto con sus competidores y balcanizar las regiones que bordean a la zona central de forma que se pueda contener a Rusia y China, rodeando también a Irán y a la India.
En este sentido, Oriente Próximo es una zona estratégica para el imperialismo estadounidense, ya que es la principal región productora de petróleo, así como por la relevancia geopolítica que se ha explicado, por lo que el gobierno de Estados Unidos buscara también una recomposición del mapa político en esta región que le beneficie en el futuro para seguir controlando bajo sus intereses este espacio del mundo.
Esta guerra global es el eje central de la política estadounidense para reforzar su dominación hegemónica del mundo, está diseñada y planificada incluso desde antes de que se identificara con el fenómeno del terrorismo islámico, sólo hay que recordar algunos hechos históricos como la primera guerra del golfo y que, por ejemplo, la administración «demócrata» de Bill Clinton bombardeó Afganistán antes de los atentados del 11 de septiembre. Es una guerra por la hegemonía del poder mundial, contra la capacidad de los pueblos para decidir sus destinos, contra la rebeldía, contra la humanidad.
29 de febrero de 2008
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1 comentario:
Bueno y ya no escribes nada más?
En cualquier caso, soy Jesús,
ya te di teléfono en el centro.
Participé en La Pasionaria en Lope de Rueda o de Vega, en El Puerto de La Torre y fui el representante vuestro en el Salvador Allende.
Un saludo.
Y a ver si me localizas que tengo ganas de hacer algo por IU, jeponmar@msn.com
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