1 de noviembre de 2007
30 Aniversario del asesinato de Manuel García Caparrós
«Hoy ha muerto García Caparrós»
Por Rosa Burgos
Uno de los objetivos de la Ley de Memoria Histórica es el de compensar a quienes fallecieron durante la Transición en defensa de las libertades y derechos democráticos, pero no todas las víctimas van a ser iguales en el proyecto de esta ley pues en el artículo diez se regula el reconocimiento y las indemnizaciones a favor de las personas fallecidas durante el tiempo comprendido entre el 1 de enero de 1968 y el 6 de octubre de 1977.
García Caparrós no murió el 4 de diciembre de 1977 en el transcurso de una manifestación por la Autonomía de Andalucía. De aprobarse la llamada Ley sobre la Memoria Histórica, tal y como consta en el Proyecto de Ley, será cuando de verdad muera. Hasta entonces observemos un instante su vida actual e imaginemos tres posibilidades de existencia, de conformidad con las circunstancias sociales y personales que en él albergaban.
Una. Es de noche y unos coches policiales se aproximan a su barriada pues hay orden de entrada y registro en su domicilio y debe cumplirse. Aún hay gente por las calles y niños jugando en la plaza a la que da el callejón donde se encuentra el domicilio que se va a inspeccionar. Otros coches camuflados vigilan y esperan en una bocacalle próxima. Cerca de éstos pasan algunas personas muy deprisa sin percatarse de su presencia imbuidos en un mundo que es su única obsesión y horizonte: la droga. Por lo demás en el barrio se respira el trasiego de cualquier otro día y una vez recibida la consigna todos ellos enfilan velozmente hacia el destino y los policías se dirigen a la casa con una mano siempre apoyada en la pistola realizándose la entrada en escasos minutos.
El barrio entero se pone en alerta, y la gente se arremolina en las ventanas y en los portales ante el ruido estrepitoso de las roturas de las puertas. El titular de la vivienda está solo y no le ha dado tiempo a deshacerse de los recortes de plástico donde envuelve la droga ni de las papelinas ya preparadas para el consumo o la venta. Mira sin asombro como si esto lo esperara desde hace tiempo o como si ya lo hubiera vivido; posiblemente sea debido a ambas cosas. Desde que dejó el trabajo esporádico que tenía, hace muchos años, en Cervezas Victoria su vida fue de mal en peor nunca consiguió un empleo fijo y el mundo de la droga fue lo más accesible. No dice nada sobre la cascada de preguntas que le van haciendo; sólo contesta afirmativamente cuando se le pregunta si su nombre es Manuel José García Caparrós.
Dos. Un hombre de cincuenta años atiende afanado y empapado de sudor la barra de un bar. Es el momento en que los demás han dejado de trabajar y se reúnen a tomar unas tapas o a cenar, y es cuando más trabajo ha de atender. Su mujer, desde la cocina, va sacando los platos preparados para que él o alguno de sus hijos los sirvan en las mesas o en la barra. La mayoría de los clientes lo llaman por su nombre para pedirle una cerveza o un vino o le sacan conversación sobre algún tema pero casi no tiene tiempo de responder a las bromas o a las conversaciones que le inician. Sus hijos lo tratan con cariño y respeto y a él se le nota, a la par que preocupado, orgulloso de ellos. Toda la familia vive en la calle La Unión desde siempre y allí es donde tiene el bar. Lejos han quedado sus empleos eventuales y, hoy, no quiere ni recordar la cantidad de trabajos por los que ha ido pasando hasta montar un negocio de su propiedad.
Tres. Acaba de llegar de Sevilla donde toda la semana ha estado de reuniones y de negociaciones entre partidos. La vida del político es muy ajetreada, afirma. Su trayectoria política la inició siendo delegado sindical en Cervezas Victoria en 1977 y desde entonces, de una u otra forma, siempre ha estado en la política. Actualmente es parlamentario andaluz aunque por poco tiempo pues piensa presentarse a la Alcaldía de Málaga. Cualquier vida hubiera sido posible y eso nunca lo sabremos sin embargo sí hay varias certezas absolutas: que a él lo mataron cuando participaba en una manifestación por la Autonomía de Andalucía el 4 de diciembre de 1977 y ninguna de esas posibles existencias, ni ninguna otra, las ha vivido.
No todas las víctimas de ese periodo histórico van a ser iguales en el proyecto de esta Ley pues en el artículo diez se regula el reconocimiento y también la posibilidad de obtener una indemnización de 135.000 euros a favor de las personas fallecidas durante el tiempo comprendido entre el 1 de enero de 1968 y el 6 de octubre de 1977. ¿Por qué esas dos fechas? La primera, porque es la de arranque de la Ley de Víctimas del Terrorismo; la segunda, impuesta por la Ley de Amnistía de 1977. De este modo quedarían incluidos en su ámbito, según estudios realizados, unas 40 personas, entre ellas los abogados laboralistas de Atocha, los sucesos de Montejurra o el caso de Vitoria. Sin embargo, ni Manuel José García Caparrós ni Javier Fernández Quesada quedarán amparados a pesar de ser casos muy similares a algunos de los nombrados.
Ninguno de ellos serán, legalmente, victimas de la Transición ¿Por qué? simple y llanamente porque los mataron pocos días después de la Ley de Amnistía. La fecha del punto final. Pero la fecha del punto final pudo haber sido otra más lógica: la de la entrada en vigor de la propia Constitución y así se recogía en las primeras proposiciones de ley y en algunas enmiendas. Es más, puede que, en ciertos aspectos, la Ley de Amnistía sea nula pues la obligación de reparar a las víctimas de la dictadura deriva del Pacto de Derechos Civiles y Políticos de la ONU de 1966 el cual fue ratificado por España en 1977 y entró en vigor el 27 de julio de ese mismo año. Es decir, la Ley de Amnistía la obvió y es un principio jurídico básico que un tratado internacional ratificado forma parte del derecho interno y debe ser respetado. Según palabras de López Garrido el consenso que ha conseguido el PSOE con IU-ICV, PNV, CIU y parte del Grupo Mixto para lograr este Proyecto de Ley se ha basado «en el espíritu de la Transición» y es loable que así haya sido, sin embargo, de la Transición sólo se ha tenido en cuenta el espíritu y algunos hechos que en ella acontecieron pero no todos, sirva de ejemplo los casos de García Caparrós y Fernández Quesada. Entonces, es que Andalucía y Canarias ¿aún siguen siendo diferentes?. Tribuna. Rosa Burgos López
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