5 de julio de 2011

Tu pequeño cadáver de capitán valiente

TU PEQUEÑO CADAVER DE CAPITAN VALIENTE

Tu pequeño cadáver de capitán valiente”, dijo Neruda en uno de sus poemas, y agregaba:

"Yo conocí a Bolívar una mañana larga,

en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,

padre, le dije, ¿eres o no eres, o quien eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
"despierto cada cien años cuando despierta el pueblo"

Simón Bolívar nació el 24 de julio de 1.783 en Caracas, Venezuela. Sus padres fueron Don Juan Vicente Bolívar y Doña María Concepción Palacios. A los 9 años quedó huérfano, siendo educado por su eterno maestro Simón Rodríguez, ante quien pronunció el 15 de agosto de 1.805, con tan solo 22 años, el juramento en el Monte Sacro, en Roma, ciudad de Italia:

Juro delante de usted;

juro por el Dios de mis padres;

juro por ellos;

juro por mi honor

y juro por la Patria,


que no daré descanso a mi brazo,

ni reposo a mi alma,

hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen

por voluntad del poder español.

Bolívar trajo la libertad a América, le dio independencia a 5 naciones, obedeciendo la voz íntima, su vocación, que
brillaba en sus pupilas, palpitaba como una pena, y se oía como canciones en su agitado corazón, donde habitaba la alegría
de ser libre, libre hasta Vencer: “no podemos optar entre vencer o morir, es necesario vencer”.


Bolívar los hacía libres de libertad absoluta, nunca le quitó nada a nadie, dio a cada una de esas naciones todo
su vigor y sabiduría sembrando principios morales, inculcando la honestidad y la honradez, enseñándoles con su ejemplo de fortaleza, la valentía para que conquistaran su desarrollo político y social.





Simón Bolívar, haciendo suyo el Juramento del Monte Sacro no da descanso a su brazo, ni reposo a su alma y se enfrenta al ejército español junto a sus soldados, que no eran más que campesinos,

labradores convertidos en guerreros, sometidos a cruentos
combates frente a un enemigo experimentado en batallas contra Napoleón y al que vencieron una y otra vez en su largo camino por Latinoamérica.


A los pueblos latinoamericanos les costó mucho su libertad y por eso es que somos celosos y cautelosos para defenderla.


Las batallas de Boyacá, Carabobo, Pichinca y Ayacucho todavía son objeto de discusión en academias militares, particularmente la Batalla de Ayacucho, donde se emancipó El Perú, allí los realistas españoles casi nos duplicaban en número y salieron derrotados, por eso nos hemos convertido en los centinelas de esta gran proeza, nuestra tarea no es distinta, no es más difícil, pero también, como
nuestros libertadores, nos proponemos triunfar.


El 5 de julio de 1811, hace hoy exactamente 200 años, la hoy República Bolivariana de Venezuela firmó el Acta de su


Independencia. Quien siga de cerca este hecho, encontrará en nosotros una permanente vocación democrática. Al leer el Acta de la Independencia, la sentirán lenta como un vals, pero amplia como

un abanico, nostálgica con una belleza extraña, pero fiel a sus principios. Fue esa acta como un refugio al regreso, porque fue entonces cuando tuvimos que pelear. Trece años más de guerra, guerra sin cuartel donde las figuras desaparecían, donde algunas veces había que huir como el humo y de vez en cuando, detenerse para llorar al padre, al marido, al amante, al hermano, al hijo que se perdía en un combate.


El 5 de julio se establece una nueva Nación, basada en principios republicanos y federales, aboliendo para siempre la monarquía, bajo los valores de la igualdad de los individuos, la prohibición de la censura y el respeto a la libertad de expresión. Se consagra el principio constitucional y se opone radicalmente a las prácticas políticas, culturales y sociales que habían existido durante 300 años en la América española. Esta declaración de Independencia de Venezuela es muy notable por ser la primera colonia española en América que declara su independencia.



Nuestro Libertador Simón Bolívar soñó una América grande, libre y generosa. Luchó y murió por su independencia política, económica, social y cultural. Siempre estuvo convencido de que la herramienta

apropiada para conseguirlo era la integración y un nuevo orden democrático basado en la soberanía popular y en la participación. Llegó el momento de realizar un sueño y lograr un sistema que “nos proporcione la mayor suma de felicidad posible”.


Esto es un gran sueño del pueblo americano, que se edifica sobre la barbarie cometida por Colón y algunas veces no creíble para muchos, particularmente para los críticos modernos. Pero aquí estamos, aquí seguimos en el empeño por hacer realidad uno de los tantos sueños bolivarianos. Si los españoles lograron superar sus desavenencias con la Unión Europea después de tantos conflictos, a lo largo de la historia, nosotros queremos hoy reducir el odio del pasado; 500 años bastan, pueden más que el mar que nos separa de la península. Déjennos a nosotros continuar forjando nuestro propio destino, queremos que se nos trate como americanos nacidos en un gran país llamado Venezuela. Estamos predestinados a seguir soñando: "la unión es la garantía de la libertad de América del Sur".



Mientras el Libertador Simón Bolívar pensó en hacer de la América una gran patria soberana, sin invasiones ni guerras de agresión; en el Norte se constituía otra república, que se creó para sí misma con un “destino manifiesto”, es decir, una especie de misión ordenada por Dios, para expandirse y anexarse territorios, tras territorios. A mediados del Siglo XIX invadió México y le quitó más de la mitad de su tierra, sobre todo importantes espacios agrícolas y particularmente, la zona rica en petróleo. Ese destino manifiesto los llevó a invadir a Irak y Afganistán, luego a Libia. En el camino se quedó la invasión a Cuba, la anexión de Puerto Rico, de Filipinas. Las amenazas de invasión y desestabilización contra Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y contra toda nación que se plantee ser soberana e independiente.


La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), estaba predestinada para nacer hoy, 5 de julio, con el concurso y la

participación de todos los países de América, a excepción de EEUU y Canadá. Sería algo festivo, histórico, lleno de alegría latinoamericana y caribeña y como dice el Presidente del Ecuador, Rafael Correa, “ya es hora de que la CELAC reemplace a la OEA”.


Compartimos esa vocería, al mismo tiempo que lamentamos la suspensión de esta hora gloriosa por la enfermedad del Señor Presidente, Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, puesto que como histórico es el nacimiento de la CELAC, histórico también es la presencia de un hombre que ha hecho serios esfuerzos por la unidad latinoamericana y esperamos que se restablezca prontamente para continuar con este esfuerzo colectivo.


El Ministerio de Relaciones Exteriores nos hizo llegar el jueves 30 de junio a las 8 pm, la declaración firmada por un hombre, íntegro de aquellos a quien Bertot Brecht calificó como imprescindible. Ser valiente es algo difícil, es un problema de la conciencia y el ser, no todo ser es valiente hay que ensimismarse sobre los propios hombros, respirar profundamente para sacar de las entrañas y con esa fuerza expresar y ejecutar todo el sentimiento que cabe en un pecho para terminar airoso. Esto es lo que nos enseña nuestro Presidente Hugo Chávez, asumiendo de frente, con gallardía una enfermedad por todos conocida como grave, lo que no saben los otros, los que nos siguen subestimando es que el por ahora y hasta siempre viene dado de la confianza que transmite el que en la patria de Martí y Fidel cuenta con un gran equipo médico, lo que da ánimo para terminar de cumplir la tarea que nos legó un día el

pueblo. Nosotros los que siempre hemos tenido esperanzas, los que siempre hemos estado seguros de lo que somos y de lo que queremos. Acompañamos a nuestro presidente, y le decimos que nosotros también viviremos y venceremos para siempre. Pa lante comandante, y bienvenido a su tierra, feliz regreso que hay Chávez pa rato.


Seguimos haciendo esfuerzos para que el Parlamento paraguayo apruebe nuestro ingreso en Mercosur. Seguimos desarrollando la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), con el propósito de integrar nuestros intereses económicos, sociales y políticos, para que la lucha contra el hambre se convierta en un combate y logremos crear bancos de alimentos que sirvan para resolver calamidades como la reciente tragedia de Haití. Hay ya nueve países incorporados en esta batalla contra el neoliberalismo.


Sólo que hoy estamos cumpliendo 200 años de ese mismo 5 de julio que celebramos cada año, y debemos decirlo como un grito de esa paz que el imperio nos niega, y es precisamente cuando elevamos la voz para hablar y proponernos un nuevo sistema organizacional de latinoamericanos y crear la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).


No somos antiimperialistas por capricho, no somos anticolonialistas por manía, sino que rechazamos sus proezas de grandezas,
porque sus hazañas las lograron invadiendo a otros pueblos, subyugando y maltratando al débil.


Patria o Muerte, Venceremos, la marcha hacia la victoria no se detiene.


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